Con esta entrada/reflexión vamos a intentar descubrir esa delgada línea roja que existe entre recomendación y enchufismo.
Porque no es lo mismo que anteriores responsables y/o compañeros te recomienden valorando tus capacidades y aptitudes/actitudes ante el trabajo (en LinkedIn pueden verse varios ejemplos de esto) a que alguien llevado por el amiguismo y sin tener en cuenta tu valía te meta con calzador una ristra de tópicos/típicos con la única intención de hacerte quedar por encima, como el aceite.
No te la juegues con una recomendación:
Por fin has conseguido el puesto de trabajo de tu vida. Tu currículo, experiencia, iniciativa, don de gentes… todo te ha ayudado a conseguirlo. Pero sabes muy bien que lo que realmente ha puesto el broche de oro a tu candidatura ha sido una recomendación.
En este caso te enfrentas a una doble responsabilidad: demostrar que realmente vales y, por supuesto, tener una actitud impecable para no dejar en mal lugar al padrino, cuyo voto de confianza ha agilizado tu incorporación a un nuevo empleo. En definitiva, tienes que dejar claro que estás preparado para el puesto y que no estás ahí por tu cara bonita.
Pues hala, a demostrar lo que vales. No hace falta decir que si la recomendación era de las primeras, de las de verdad, no te costará nada hacer ver qué realmente eras tú el indicado para ese puesto.
Si por el contrario lo tuyo ha sido un enchufe (o nombramiento digital, de los de señalados con el dedo de Dios) no te queda otra que ponerte las pilas antes de que se te vea el plumero.
¿Y lo del “escapismo” del título?
Pues bien sencillo, es rizar el rizo del enchufismo más chabacano y grotesco. No sólo sabes que estás ahí por ser vos quién sois, sino que lejos de intentar ponerle remedio a la situación e intentar arrimar el hombro, le echas todo el rostro del mundo a la situación y ni se te ve ni se te espera… vamos, que el gran maestro Houdini de la gestión y el escapismo.
¿Te atreves a descubrir quién es quién en tu propia organización?
Fuente: Expansión.com