Leía recientemente las habilidades que debe tener un buen líder para moverse como pez en el agua en las redes sociales.
Una buena oportunidad para repasar mentalmente qué sí y qué no, primero sobre nuestros responsables directos o directivos de nuestras organizaciones, y en segundo lugar, sobre nosotros mismos, por aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio.
El líder como productor: crear contenido atractivo: producir y compartir vídeos se ha convertido en una herramienta al alcance de todo el mundo. Ya que los vídeos comunicativos son cada vez más importantes, un liderazgo efectivo va a requerir un conocimiento de las herramientas técnicas de la producción digital multimedia como la filmación e incluso la edición de vídeos.
Mira por donde, ya tienen una excusa para venir a las III Jornadas de Vídeos y Salud, jajaja…
El líder cómo distribuidor: aprovechar las dinámicas de la difusión. Los mensajes se retransmiten y se reutilizan a voluntad por los receptores que vuelven a publicar los videos, los retuitean, escriben comentarios en los blogs y usan fragmentos de contenido de otras personas para crear su propia mezcla. Por eso, si los directivos no pueden gobernar y controlar un mensaje una vez entra en el sistema, sí deben tener claro qué puede provocar una vez convertido en viral, cómo se puede modificar y se puede comentar mientras se esparce por las redes.
Del mismo modo es importante la habilidad de crear y mantener un cuerpo de seguidores que ayuden a difundir y reforzar el mensaje. Es crucial saber cuáles son las personas con influencia en una organización para aprovechar su autoridad y que ayuden a empujar el contenido a través de los canales adecuados.
Esto último puede parecer una indirecta, pero no lo es… o sí, no lo sé.
El líder como recipiente: gestionar el desbordamiento de la comunicación. En las redes sociales la información se comparte y se comenta en cuestión de segundos, y los directores deben decidir cuándo (y cuándo no) deben responder, qué mensajes deberían enlazarse en su blog, cuándo copiar material y mezclarlo con el suyo propio y qué compartir con sus distintas comunidades.
El líder como asesor y director de orquesta: llevar a cabo una utilización estratégica de las redes sociales. El entusiasmo a menudo da mucha fuerza a la tecnología para abarcar distintos silos divisionales y funcionales. Pero sin orientación ni coordinación, y sin las capacidades aquí mencionadas, el entusiasmo por el social media puede acabar siendo contraproducente y causar daños graves.
El líder como arquitecto: crear una estructura organizacional permisiva. Pero bajo las superficies de los organigramas jerárquicos de la organización encontramos otra “organización informal” implícita y menos manejable que siempre ha sido importante y ahora se ve amplificada gracias a las redes sociales. La tarea del líder es casar la responsabilidad vertical con la colaboración en red horizontal de modo que no sean mutuamente destructivas.
El líder como analista: mantenerse en primera línea. Es imperativo estar al día de dichas tendencias e innovaciones emergentes –no solo de sus implicaciones competitivas y comerciales, sino también sobre lo que significan para las tecnologías de la comunicación, fundamentales en la creación de una organización ágil y receptiva.
Pues eso, ¿qué tal has quedado en el repaso? ¿Y tus líderes?
Fuente: Fundació Factor Humá
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