Rebuscando entre borradores para ver qué artículo, noticia o chascarrillo teníamos guardado para desarrollar a modo de post, me he encontrado con éste, que casualmente, me va a dar mucho juego para este #7verde.
El que a estas alturas no sepa lo que es #7verde que le pregunte al amigo Manué, que estará encantado de explicartelo, pero a grandes rasgos, cada día 7 del mes, pensamos un poquito más en el de enfrente que en nosotros mismos, nos armamos de positivismo e intentamos hacer que el mundo sea un poquito mejor para todas esas personitas que nos rodean.
Y de 7 en 7 y tiro porque me toca.
Resulta que he encontrado, como os decía, los 7 pecados capitales del directivo actual, esos pecadillos que le impiden alcanzar la «excelencia», y que cada uno entienda por «excelencia» lo que mejor le venga en gana. Aunque como siempre, y sin ánimo de personalizar en nadie en particular, que en todas las casas cuecen habas, y en la mía a calderadas, jajaja…
No cumplir o mejorar los objetivos marcados.
Muchos directivos tienen tendencia a relativizar o a interpretar los objetivos de la propiedad o del consejero delegado. Esto provoca graves ineficiencias en la gestión ya que se pierde el foco en lo importante. Aunque sea una obviedad toda la organización debe alinearse en conseguir los objetivos marcados por los principales responsables de la misma.
No innovar.
La innovación un factor diferencial en la excelencia, una vez agotados los caminos tradicionales de gestión. Buscar constantemente la innovación para encontrar fórmulas diferenciales respecto a la competencia.
No mejorar.
La autocomplacencia es el peor enemigo del directivo, ya que no avanza todo lo que puede en la mejora de su ámbito de responsabilidad y lo que es peor, lo hace impermeable a nuevas tendencias y oportunidades que favorecerían al negocio.
No comunicar.
Los resultados a conseguir y los resultados conseguidos deben saberse expresar de forma clara, eficaz y concreta a colaboradores, compañeros, superiores y terceros.
No considerarse como un centro de beneficio.
La excelencia se consigue cuando todo directivo considera su posición como un centro de beneficio y no un centro de coste. Todas las posiciones en la empresa pueden orientarse a aportar más y no solamente aspirar a recortar.
No escuchar ni ser humilde.
Escucha activa y humildad. La perfección en la gestión solamente se alcanza desde la humildad de reconocer que siempre se puede dirigir mejor y desde la prudencia de tener en cuenta las mejores prácticas ya realizadas.
No tener determinación.
El directivo excelente es aquel que defiende su visión de negocio.
Y como ya huele a fin de semana, aquí nuestra recomendación musical para la ocasión:
Fuente: http://www.equiposytalento.com/noticias/2013/09/18/los-siete-pecados-capitales-del-directivo-actual
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