Arrancamos la semana con una de liderazgo.
¿Sabes si eres un buen jefe? ¿Te consta? O lo que es más importante aún… ¿Te preocupa ser un buen jefe? ¿O por el contrario eres de los de aquí mando yo y se hace lo que yo digo porque yo sé cuáles son los objetivos de la organización y cómo conseguirlos?
Y dándole la vuelta a la tortilla, si eres «tropa» como yo, ¿qué tal jefes te ha tocado lidiar? ¿Sabes si es buen líder o lo único que te preocupa es cumplir con tu horario sin pena ni gloria e irte a tu casa sin más preocupación que la de cobrar a fin de mes?
En el siguiente artículo nos dan las claves de por qué los mejores «jefes» son mucho más que eso:
1. Una empresa es un ecosistema no un campo de batalla.
La media de los jefes aún entienden su equipo de trabajo como un ejército de personas que se enfrenta a la guerra, sin embargo, los gestores excelentes van más allá del conflicto y no se limitan a ver a la competencia como el enemigo y al cliente como un «territorio por conquistar».
2. Una empresa es una comunidad, no una máquina.
Los jefes de éxito ven a su empresa como una colección de esperanzas y sueños individuales, todos conectados por un objetivo o una meta común que los supera como individuos. Ellos inspiran y motivan a los empleados para que se apliquen y se dediquen al éxito propio y al de sus compañeros y, por lo tanto, a la buena marcha de la comunidad y la empresa en general.
3. El buen jefe dirige y organiza, no controla.
Para la media de los jefes todo lo que huele iniciativa propia esconde cierto aire de «insubordinación», por eso a veces se crean entornos en los que se sofocan las ideas individuales de los empleados para imponer sus criterios propios.
4. Los empleados son compañeros, no hijos.
La lucidez del buen jefe le lleva a tratar a cada empleado de igual a igual como si él o ella fuera la persona más importante en la empresa, generando en esa persona una sensación de pertenencia y responsabilidad hacia el proyecto, así, los empleados de todos los niveles se hacen cargo de sus cometidos.
5. La motivación nace de la visión, no del miedo.
El buen jefe motiva a su gente potenciando su capacidad para ver un futuro mejor y haciéndoles sentir que serán parte de él. Así, los empleados trabajarán más duro porque creen en los objetivos de la organización, disfrutan de lo que están haciendo y saben que van a compartir las recompensas.
6. El cambio es avanzar, no sufrir.
No se trata de valorar el cambio en sí mismo, sino la forma en la que la organización y los empleados se preparan y lo asumen.
7. La tecnología mejora la empresa, no la automatiza.
Ahora las posibilidades de las nuevas tecnologías van mucho más allá. Así, el buen jefe sabe que los avances tecnológicos, al tiempo que permiten controlar y pronosticar mejor, también deberían servir para fomentar la creatividad y mejorar las relaciones entre los empleados y sus jefes.
8. El trabajo no debe agotarnos, sino resultar divertido.
Esta es mi favorita. El trabajo puede y debe ser divertido, algo lúdico, y de hecho, cuanto más lo sea, mayor será el rendimiento.
Y en esto todos tenemos algo de culpa, así que lo mejor que es que nos preguntemos, como hacen Los Planetas, Que Puedo Hacer:
Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/1445567/0/ocho-consignas-deberia/seguir-jefe/excelente/
Yo soy tropa también, y tengo la suerte de tener un jefe inmediato que quiere tener un equipo, que motiva la iniciativa, que es entusiasta, y lo que me fastidia es que le veo lidiar con un equipo que en parte no quiere serlo, y con unos superiores jerárquicos que salvo contadas excepciones, no están a a la altura. Mi reflexión aquí es que para sentir que tienes un buen jefe, a veces hay que saber ser buen soldado en la trinchera. El equipo no lo hace sólo el jefe, ni lo destruye sólo un jefe. Hemos de construirlo entre todos. Así quemi comentario es… ¡rompo una lanza por los buenos jefes!
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Muchas gracias Pilar.
Yo he tenido de todo, pero como bien dices, hay que colaborar en que el buen jefe lo sea, porque muchas veces somos los de abajo quienes le ponemos la zancadilla, ya sea por envidia o por aplicar la ley del mínimo esfuerzo.
Un saludo!
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Me ha hecho mucha gracia el primer punto. Sí, cualquier equipo de trabajo es un ecosistema y a veces es complicado que el buen jefe consiga mantener el equilibrio y que el equipo no se convierta en un campo de batalla interno con algunos empleados luchando por ser las estrellas, en una lucha de egos, en vez de buscar un objetivo común y aunar fuerzas.
Yo he visto tres tipos de equipos al respecto: uno en el que el jefe es el dios supremo, todos los méritos del equipo se los lleva él, que es la cabeza visible del proyecto y el primero en firmar aunque no haya sido el principal líder de ese proyecto; otro en el que hay una lucha entre trabajadores por lograr ser los más visibles, sobresaliendo su cabeza y su ego, a costa de que se resienta el trabajo común; por último, el tercero, algo más equilibrado, con un jefe-estrella muy visible pero que potencia y da visibilidad a las personas más valiosas de su equipo.
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Muchas gracias Sophie, el ideal seria aquel en que no se supiera desde fuera quien es el líder, que todos trabajaran en beneficio del equipo y no de uno mismo.
Pero es muy difícil de llevar a la práctica, lo sé.
Un saludo!
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