Por fin se han despejado todas mis dudas.
Después de años y años dejándome los cuernos en el trabajo, y ver cómo hasta el más tonto subía hasta lo más alto y era ascendido e incluso recompensado con despachos propios y cargos vacios de contenido sólo para que no dieran mucha guerra; por fin, llega el artículo que pone los puntos a las «íes».
Que talento ni que talento…
Eso ya no se lleva, faltaría más. Lo que ahora se lleva son unos bonitos zapatos a juego con tu cabeza vacía, no te vaya a dar por pensar.
Zapatos hace mucho que no uso, soy más de vaqueros y deportivas… corbatas tampoco, soy de la escuela de Mañez. Pensaba que con un trabajo eficiente y conocimientos sobre la matería sería suficiente, no caí en la cuenta que había que ser cuñado o primo o familiar de tercer grado de alguien influyente para ascender.
Pensé que estar al tanto de todas las novedades que se mueven en el negocio como reclutamiento 2.0, eSalud, redes sociales y comunicación ayudarían a que a uno le valorarán al alza, pero también me equivoqué.
En fin, que ahora que he leído «Demostrado, el talento no sirve en el trabajo. Esto es lo que te hace triunfar» ya estoy más tranquilo, la culpa no es mía. Es del sistema, de los que nos rodean, de los que mandan en los despachos…
NOTA: Yo por si acaso, y porque así me han educado mi papá (que en paz descanse) y mi mamá, seguiré haciendo lo que vengo haciendo: porque me gusta, por mi tranquilidad, porque creo que es el camino y porque no estamos en rebajas para comprarme unos zapatos nuevos.
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