Que las compañías están cambiando es un hecho que todos conocemos. ¿Cómo es posible entonces que solo el 44% crea estar preparada para la transformación digital y la innovación, según los datos extraídos del estudio realizado por Llorente y Cuenca?
Y es que todavía son mayoría las empresas que no están capacitadas para el cambio, un cambio que lejos de ser únicamente digital, también implica directamente a la propia cultura empresarial.
¿De qué manera afecta la innovación digital, entonces?
Al mismo tiempo que lo digital llega a la oficina, debe ir produciéndose una transformación en su filosofía. Si no se hace así, el progreso y avance no será posible.
De nada sirve que el trabajador disponga de multitud de herramientas digitales para trabajar si la empresa no le permite utilizar las ventajas que la tecnología ofrece de manera plena, simplemente porque esta se niega a cambiar el modelo y su forma de trabajar.
Por poner un ejemplo, con el acceso a Internet, muchos profesionales pueden teletrabajar, sin embargo, todavía son muy pocos los afortunados que pueden ponerlo en práctica.
Tristemente, para la empresa (si, para la empresa!), esta acabará sufriendo una fuga de talento brutal en menos de 10 años si no cambia el paradigma, ya que la mayoría de sus empleados se irán a otras empresas que si les permitan disfrutar de estos, ahora considerados “beneficios”, pero que para otras empresas es ya “normal”.
Pero también es posible que suceda lo contrario, que los empleados quieran trabajar en la oficina pero que la compañía no los invite a hacerlo. Bien porque no ofrece unas instalaciones agradables, bien porque el ambiente y las condiciones no son las adecuadas, simplemente porque no tiene espacios adecuados a las necesidades de los trabajadores (como pueden ser espacios de coworking o zonas donde socializar) o quizás porque el gerente no impulse una atmósfera placentera.
Los responsables de RRHH han sido unos de los primeros en darse cuenta de la situación, y son precisamente estos los primeros profesionales en cambiar la manera de gestionar a los empleados para que sean más felices y, en consecuencia, más productivos.
¿Cómo hacer para que los espacios de trabajo impulsen la productividad?
Hay muchos factores relacionados con las empresas que influyen en la productividad de la plantilla. Entre ellos encontramos la iluminación, la decoración, la ya citada anteriormente flexibilidad, la conciliación… Pero hay otros detalles, a priori simples gestos o hábitos, que también impulsan el rendimiento de los trabajadores: fruta fresca en la oficina, actividades de pilates o aerobic en la compañía… Actos de “generosidad” que la compañía realiza para que el trabajador se encuentre mejor física pero también mentalmente.
Hay otro aspecto que resulta crucial: el equipamiento, de los diferentes espacios en la oficina.
Los muebles de oficina pueden convertirse en el mejor aliado para impulsar la productividad del trabajador, pero también en su enemigo si su disposición no es la óptima.
Los colores, las texturas, los acabados, los materiales con los que han sido fabricados, la forma… son algunos de los factores en los que debes fijarte.
Por ejemplo, no es lo mismo que utilices un sofá modular o uno fijo en una zona de softseating; tampoco que sea de color rojo o rojo y negro, ni que tenga forma circular o lineal.
Las necesidades y su uso marcarán la utilización de uno u otro modelo con unas características determinadas.
Recuerda que todavía no es demasiado tarde para que te subas al tren de la innovación y seas capaz de crear un espacio de trabajo agradable, tanto para el empleador como para el empleado, ayudando así a incrementar su rendimiento.